Ordinario

Ordinario

La política argentina es un loop. CFK contra Milei. El pan-peronismo perplejo ante la reaparición de Cristina. Milei contra casi todos. El radicalismo haciendo malabares para esconder sus indefiniciones. La gestión municipal parece querer mostrar alguna mejoría, pero el conflicto con los municipales y el inevitable reajuste en el transporte ponen en jaque sensación.

lunes, 29 de abril de 2024

Esta última semana en términos políticos podría resumirse en la eterna disputa entre lo ordinario y lo extraordinario. Si buscamos definiciones nos encontramos que lo ordinario es común, regular, frecuente, usual, que sucede habitualmente. Por el contrario, extraordinario, destaca por sus buenas cualidades, que sucede o se hace pocas veces, o que es mejor que lo normal o común.

 

La aparición de CFK distó de ser extraordinaria y la respuesta del presidente Javier Milei estuve a la altura de lo ordinario del discurso de una de las referentes de la oposición. En definitiva, el cruce político del fin de semana fue ordinario.

 

Adentrándonos en el análisis Cristina Fernández marcó la cancha en una interna a cielo abierto que juega el pan-peronismo. Hace un tiempo que se emplea ese término con algún recelo porque es excluyente de buena parte del progresismo que incluso milita en “La Cámpora”: en palabras de algún dirigente del interior el “Pan-Peronismo” es el encuentro de fuerzas que tienen por objetivo esa cuestión social de querer un proyecto más inclusivo, más justo y está basado en la doctrina del General Perón.

Desde ya que es una mirada que tiende a simplificar el análisis y excluir a todo aquel que no esté dispuesto a cantar la marcha a viva voz, pero el justicialismo (post-peronismo) necesita razones para sentirse unido debido a la orfandad de dirigentes con intenciones de serlo. Cristina una vez más se situó en el centro de la escena, para aquellos que pensaron en jubilarla, y con un discurso ordinario se paró en la vereda de enfrente. Desde ya que sus alocuciones ya no tienen la épica que supieron tener, que las voces que la alientan están gastadas de tanto vociferar y que la porción de la sociedad dispuesta a mostrar cierta permeabilidad ha mermado notoriamente. Pero al menos se plantó en un intento de ordenar el desbande.

 

La respuesta de Milei fue también ordinaria, porque descalificó el discurso, se peleó con un par de periodistas por hacerse eco de la crítica a sus “formas”, minimizó e intentó en una interpretación digna olvidar al disfrazar como un triunfo propio la marcha estudiantil del último martes, aceptó alguna exageración macroeconómica e insinuó una recuperación económica anclada en la baja de la altísima inflación que sus medidas generaron al inicio de su gestión.

 

Sorprende que algunos discursos tan ordinarios sigan marcando agenda y que los medios analicen la realidad con una mirada pendular que solo podría encontrarse en algún rincón de alguna oficina de algún político desacoplado de la realidad. No faltaron los que indicaron que la reaparición de CFK era lo mejor que podía pasarle a Milei, pero parecen olvidar que las cuentas no se pagan con “grieta” y el poder exquisito no se recupera con “antikirchenismo”.

 

Pero más allá de la abstracción del análisis la dicotomía es falsa: Guillermo Francos y Daniel Scioli fueron funcionarios u ocuparon cargos en gobiernos “kirchneristas”, lo de Francos es aún más complejo porque militó con Duhalde, López Murphy, Mauricio Macri, Alberto Fernández y también con Patti, en otras palabras, una mejor representación de la “casta” no se consigue fácilmente.

 

La misma contradicción existe en el radicalismo, el más claro ejemplo el presidente del Comité Nacional, el Senador Martín Lousteau que fue Ministro de Economía de Cristina Fernández o Julio Cleto Cobos quien ocupa una de las vicepresidencias de la   Cámara de Diputados y fue compañero de fórmula de CFK, pero ahí no se agota el anti kirchnerismo “tribunero” del radicalismo puesto que sin ir más lejos, en nuestra ciudad una de las “vacas sagradas” del centenario partido fue diputado nacional electo en el contexto de la Concertación Plural, un funcionario de primera línea militó en el espacio kirchnerista y el primer candidato a Diputado Provincial por la lista que encabezó la mismísima Patricia Bullrich coqueteó con ser candidato a intendente bajo el paraguas del Frente para la Victoria. En otras palabras, el antikirchnerismo no existe más allá del relato político electoral que sirvió para enfrascar la discusión en un inevitable fracaso utilizando a buena parte de la ciudadanía de escudo frente a las flaquezas ideológicas de los partidos tradicionales (y también de los nuevos partidos). Todo muy ordinario.

 

No fue menos ordinario el “paso de comedia” que ensayó en la semana el ex Ministro de Seguridad Sergio Berni, aunque vale la pena aclarar que Berni ya no ocupa cargos en el gobierno provincial: el actual Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires se llama Eduardo Javier Alonso. Más allá de la aclaración las apariciones de Berni y Moreno son mucho más dignas de un stand up de poco vuelo que reflexiones sesudas de dirigentes con aspiraciones a transformar la realidad. Pan y circo.

En nuestra ciudad el Intendente Guillermo Montenegro logró que lo extraordinario sea ordinario. Hace ya unas semanas decimos que las apariciones programadas del intendente no logran el objetivo que se persigue. La centralidad política del jefe comunal no se relaciona con una ronda de preguntas o un monólogo cada vez menos interesante, sino con la capacidad de gestión que en esta segunda etapa está un tanto desdibujada, aunque con algunos signos de reanimación.

 

Montenegro no debe transformarse en su propio Manuel Adornis, que en definitiva es un fusible ante la avidez de algún sector del periodismo y a esta altura se ha consagrado en poco más que un meme, el intendente debe hablar cuando la situación lo amerita y hacer de la gestión su fortaleza. Cuando algunos le exigieron que levante el perfil no creemos que el pedido se vinculara a su relación con la prensa, que está bastante aceitada, sino a su relación con los vecinos incluso de aquellos sectores de la ciudad que no lo votaron.

 

La situación del Municipio es endeble en términos financieros, difícil en términos políticos, penosa en relación al Transporte Público y conflictiva en el frente sindical. Este cuadro no se resuelve con enfrentamientos de ocasión en una tribuna mediática. Es una respuesta ordinaria que no está a la altura del momento ni de la capacidad y versatilidad política que supo demostrar.

 

Y así hemos llegado al final de esta ordinaria columna política. Les deseamos una buena semana. Los esperamos en la próxima.

 

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